En todos los desiertos del mundo, hay una amplia superficie de
tierra semiárida y subhúmeda. Muchos estados se encuentran en
esta zona de escasas precipitaciones. Pese a sus inconvenientes,
la zona árida -desierto y sus alrededores- ha lanzado un reto a
la humanidad que ha encontrado una positiva respuesta a lo largo
de los siglos. Diversas culturas y religiones dominantes del
mundo moderno, tales como el cristianismo, el judaísmo y el
islamismo, tienen sus orígenes en la zona árida.
Sin embargo, hoy en día esta zona es en muchos lugares, la
escena de grandes miserias e incluso de hambres trágicas. Pese a
la larga tradición de la adaptación humana, muchas naciones
son, hoy en día, incapaces de dar a sus habitantes un nivel de
vida decente a partir del suelo y recursos naturales que
desaparecen. Particularmente en África, donde el clima se ha
mostrado recientemente hostil, han surgido problemas inmensos. El
hambre impera en algunas zonas y se abandonan tierras
anteriormente fértiles. Las economías nacionales han sufrido
grandes daños. Se han producido desastres también en otros
continentes, por ejemplo en China Occidental, Australia y
noroeste de Brasil. Pocas partes de la zona árida han escapado
indemnes.
¿Cómo se explica esta lamentable situación?. ¿Se trata de una
falla humana?. ¿Se encuentran las causas en la interferencia
humana?. ¿Se trata por el contrario, de un deterioro del clima?.
Las respuestas a estas preguntas evocan el problema de la
desertificación, es decir la extensión de los desiertos a
tierras anteriormente productivas o, más correctamente, la
degradación de la tierra hasta el punto de que es incapaz de
prestar un soporte adecuado a las comunidades vivientes.
¿Por que parecen extenderse los desiertos?. La respuesta es
doble. En primer lugar, las poblaciones de la zona árida han
crecido enormemente en las ultimas décadas. Como consecuencia,
ha crecido también la necesidad de alimentos, fibras y recursos.
En muchas zonas la presión ejercida sobre los suelos, la
vegetación y el clima, supera largamente su capacidad de
producción. Se ha rebasado la capacidad de soporte de la tierra.
En segundo lugar una pertinaz sequía se ha dejado sentir en los
años recientes. En condiciones naturales la ausencia de la
lluvia esperada tendría escasos efectos. Tradicionalmente las
sociedades humanas, han sabido combatir la sequía. Pero el
aumento de la población y diversas formas de reglamentación,
han dificultado esta adaptación. El pastoreo nómade, por
ejemplo, ha perdido importancia como sistema de vida. Lo mismo
cabe decir de la rotación de los cultivos. En algunas zonas, la
sequía ha empujado a los pastores a las zonas de cultivo con el
conflicto consiguiente.
La sequía es un fenómeno complejo que involucra aspectos
meteorológicos, hidrológicos, ambientales, sociales y otros
difíciles de definir y cuantificar universalmente. En términos
generales puede ser considerada como la insuficiente
disponibilidad de agua en una región, por un periodo prolongado
para satisfacer las necesidades de los elementos bióticos
locales Estas necesidades dependen de la distribución de las
poblaciones de plantas, animales y seres humanos, de su modo de
vida y del uso de la tierra. El problema de la sequía se
constituye pues, en parte integrante de otro problema mayor que
es el aprovechamiento y uso de los limitados recursos mundiales.
Las variaciones de las precipitaciones en un lugar dado y entre
épocas determinadas, es considerada como el principal factor
productor de sequía. La causa de esa variación debe ser buscada
en los cambios de las presiones atmosféricas y en las
consiguientes alteraciones en la circulación general de la
atmósfera, es decir de los transportes de masas de aire.
Algunos detallados estudios de sequías pasadas, sugieren que las
alteraciones en el albedo superficial (reflectividad de los
suelos, la vegetación y las construcciones), la existencia de
una intensa capa de polvo en la atmósfera, los cambios en la
temperatura de la superficie de mares y océanos y el incremento
de las concentraciones de dióxido de carbono, pueden producir
cambios en la circulación general de la atmósfera.
Las sequías están asociadas a condiciones predominantemente
anticiclónicas que persisten durante un cierto tiempo.
Otro posible factor de ocurrencia de las sequías, es el que se
refiere a las modificaciones de la cubierta vegetal y de las
condiciones del suelo; debidas precisamente a estas alteraciones
en la circulación atmosférica, que al cambiar el albedo
superficial y el contenido de humedad, pueden constituir un
mecanismo de realimentación para perpetuar la sequía.
El cambio de la cobertura nubosa de una zona, puede ser indicio
de periodo de sequía. También las anonalfas en la temperatura
superficial del mar pueden, en ciertos casos, relacionarse a las
sequías.
Esta alteración térmica causaría una circulación atmosférica
anormal debido a cambios en el calentamiento oceánico y por
consiguiente en la interacción airemar que afectan a los
procesos nubosos y, por ende, a la distribución de las
precipitaciones.
Recientemente en la Australia Oriental, se han registrado graves
sequías en asociación con un fenómeno que mucho tiene que ver
con los cambios en la temperatura de la superficie del océano y
que es conocido con el nombre de "El Niño".
Pude afirmarse que la influencia más importante que el hombre
ejerce sobre el clima, es aquella que resulta de la combustión
de los combustibles fósiles, que aumenta la cantidad de dióxido
de carbono en la atmósfera. De acuerdo a previsiones realizadas,
esa cantidad adicional de gas provocaría un caldeo en las capas
inferiores de la atmósfera. Algunos otros oligogases, como el
óxido nitroso y los clorofluorometanos, poseen un efectúo
radiactivo similar y favorecen este proceso de calentamiento. Aun
no se conocen con precisión cuales son las consecuencias que
tendría ese efecto y es necesario continuar con las
investigaciones sobre estos gases infrarrojoabsorbentes que
producen, sin duda alguna, un caldeamiento global según
estimaciones realizadas, si se duplicase el contenido de dióxido
de carbono de la atmósfera, la consecuencia inmediata seria un
aumento en 2 ó 3 °C de la temperatura media mundial, con un
calentamiento mayor en las latitudes altas que en la zona
ecuatorial. Si se tiene en cuenta que la diferencia media de la
temperatura mundial entre la era glacial y la era posterior al
deshielo fue de solamente 5 ó 6 °C, pueden inferirse los
efectos catastróficos que tendría el aumento del contenido de
dióxido de carbono en la atmósfera.
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