DIMENSIONES DEL «MEDIOAMBIENTALISMO»

Si, como opinan algunos analistas, los integrantes del movimiento de defensa del medio ambiente son la vanguardia del movimiento sobre el medio ambiente más generalizado y del desarrollo de un nuevo paradigma medioambiental, sus creencias y suposiciones deberían tener una mayor relevancia social. El siguiente resumen del paradigma «medioambientalista» debería clarificar los modos en los que compromete los distintos aspectos de la política. Empezamos con sus suposiciones, pasando después al alcance. al estilo y a las tácticas del movimiento.

Las suposiciones del movimiento sobre el medio ambiente son pocas, directas y sencillas: sus ramificaciones son numerosas, indirectas y complejas. En el paradigma medioambientalista el mundo de los humanos depende inequívocamente de la Tierra y de sus sistemas biogeoquimicos que hacen posible la vida sobre la Tierra. Incluso en el espacio exterior la vida del hombre está atada a la Tierra. Esta Tierra, cuyos sistemas biogeoquímicos llamamos "naturaleza", no es maligna ni benigna, justa ni injusta. Se puede describir la naturaleza como algo «indiferente» a los asuntos humanos los cuales, en parte, triunfan o fracasan mientras sean consecuentes con las fuerzas naturales (por ejemplo, las leyes de la naturaleza).

El defensor del medio ambiente ve, por tanto, las oportunidades y las limitaciones de la sociedad humana gobernadas por posibilidades inherentes a la naturaleza. Mediante la compresión de las «leyes» de la naturaleza y del modo en que funciona el mundo de la naturaleza, los humanos son capaces de aprovechar los procesos y las fuerzas naturales para su propio beneficio. Pero no es cierto que los humanos puedan realizar cualquier cosa que imaginen. Hay límites naturales que pueden impedir las posibilidades que los humanos buscan y en las que muchos creen fervientemente.

Entre ellas, la creencia que más enfrenta a los defensores del medio ambiente con el paradigma moderno tradicional es su insistencia en los límites del crecimiento expansivo.

La postura de los medioambientalistas es que el término «crecimiento», para que tenga un sentido racional, debe ser usado con un sentido más limitado y más preciso del que normalmente se encuentra en la retórica de la economía política. Los «medioambientalistas» no encuentran justificación para creer que el crecimiento expansivo pueda continuar indefinidamente dentro de un espacio limitado. Pero el síndrome del crecimiento está tan profundamente arraigado en las suposiciones y en los valores de la modernidad convencional que sus defensores llegarán hasta donde sea para que el concepto parezca racional y necesario. El crecimiento se puede definir para indicar aumento, o crecimiento no material como, por ejemplo, en la tecnología de conservación de recursos. Pero éstos parecen ser evasiones semánticas del problema; no son los que los políticos, los empresarios y la mayoría de los economistas tienen en mente cuando miden el crecimiento por aumentos cuantitativos en las ventas, en las inversiones, en la agricultura, en la fabricación, en la construcción, en la minería, en el transporte, en la generación y el uso de la energía, en el crecimiento de las poblaciones humanas y en todas las actividades que contribuyen al producto nacional bruto. El crecimiento en este contexto significa lo que la mayoría de la gente supone que significa: «más y más grande».

En el paradigma «medioambientalista», el concepto racional de crecimiento se ilustra mediante los procesos de la naturaleza que se autorrenuevan, pero que son fisicamente restrictivos. El crecimiento orgánico autocontrolado caracteriza a todas las cosas vivientes, a excepción quizá de las células cancerígenas que al final matan a su huésped. En la sociedad humana, este estado de crecimiento homeostátieo provoca una estabilización de las poblaciones en números lo suficientemente bajos como para evitar el desgaste de las capacidades autorrenovadoras del entorno natural. La tecnología basada en la ciencia puede aumentar la capacidad de mantenimiento del entorno, pero con el riesgo de que el aumento de capacidad desarrollada en un sector provoque deterioros o daños en otros. Vienen al caso algunos efectos secundarios no intencionados de la Revolución verde (Dahlberg, 1979).

Los slogans de no-crecimiento de algunos «medioambientalistas» se fijan en el uso convencional del término que la gente entiende como «más y más grande». En el paradigma de los defensores del medio ambiente, la única economía sostenible a la larga funcionará en un estado homeostátieo de autorrenovaeión. Este estado de los asuntos no neeesita ser estátieo, pero no puede expanderse indefinidamente más allá de los límites fijados por la naturaleza, ineluyendo la naturaleza humana (Hirseh, 1976). El peligro en el que ineurren ahora las ereeientes eeonomías modernas va más allá de sus eapaeidades de renovaeión y apoyo, dando lugar a una eaída de la que, si es posible, tardarán mueho en reeuperarse (Catton, 1980).

Teniendo en euenta estas eonsideraeiones se deduee que el «medioambientalismo» pondría limitaeiones tanto a las eeonomías polítieas eapitalistas como a las socialistas. Los «fundamentalistas» defensores del medio ambiente. preocupados más por la prevención que por el remedio, dictarían las reglas bajo las que llevarían a cabo la empresa y les preocuparían sólo secundariamente los controles reguladores. Este énfasis no implica una actitud cómoda hacia las prácticas dominantes actuales en la agricultura, la fabricación, el comercio u otras actividades económicas. En su forma más radical. el cuidado del medio ambiente requeriria cambios fundamentales en la infraestructura tecnoeconómica de la sociedad. Cuanto más se fomenta el crecimiento de la población y el consumo material en las sociedades modernas y se fuerza la productividad de los sistemas naturales, se requiere un cambio más radical para evitar fallos esenciales en los sistemas planetarios que sustentan la vida.

El automóvil es uno de estos casos. Las ventajas del automóvil han igualado el daño medio ambiental provocado por su uso excesivo. Este daño es en gran medida una consecuencia de la cantidad (por ejemplo, del crecimiento). Las emisiones tóxicas de los petróleos han creado peligros para la salud y para el bienestar: los accidentes son la principal causa de lesión y de muerte. Las respuestas moderadas y contemporizadas, pero costosas y cuestionablemente eficaces, de los gobiernos modernos son los controles de emisión y los cinturones de seguridad. Los defensores del medio ambiente radicales restringirían drásticamente el uso masivo del automóvil: una política menos radical requeriría un combustible renovable no contaminante como condición para la fabricación de vehículos. Desde una perspectiva «medioambientalista» estas políticas son más bien prudentes que radicales puesto que los combustibles fósiles tienen los días contados. Otros efectos sobre el medio ambiente no deseados del uso masivo del automóvil son el consumo excesivo de recursos naturales no petrolíferos y los problemas de eliminación que crean los neumáticos, las baterías y los metales y plásticos dificiles de reciclar, el espacio sacrificado para autopistas y aparcamientos y la antieconómica dispersión de zonas residenciales y comerciales.

Con los automóviles como con la gente, el mundo se enfrenta a un problema de cantidades. Los defensores del medio ambiente comparten la opinión de que las poblaciones humanas son excesivas prácticamente en todas partes. Casi todos los factores que contribuyen al desgaste de la calidad del medio ambiente y de las capacidades de autorrenovación de la Tierra se ven agravados por las cantidades y las densidades de las poblaciones humanas. El problema de la política de población es aún más sensible y más discutible que el del crecimiento, con el que está evidentemente relacionado. Desde la perspectiva medioambiental no hay razón para asumir un derecho humano de reproducción ilimitada.

Entre el paradigma «medioambientalista» y el catálogo convencional moderno de los derechos humanos el número de puntos sería aproximadamente el mismo, pero los derechos serían diferentes. El problema de los «derechos» se convierte en problemático para el movimiento sobre el medio ambiente porque aunque la ciencia no tiene nada que decir sobre esto, el concepto de «derechos naturales» está profundamente introducido en la cultura occidental moderna. El punto importante aquí es que el tema de los «derechos» es un problema sobre el que hay diferencias políticas importantes dentro del movimiento medioambiental. ¿Los «derechos» son exclusivamente humanos o, por ejemplo, los árboles tienen derechos? (Stone, 1975, 1987). En tema de «derechos» no parece que haya consenso entre los defensores del medio ambiente.

El movimiento sobre el medio ambiente es una manifestación de la transición de la modernidad convencional a un estado posmoderno aún por definir. Su influencia es más precisamente atribuible al status de los miembros que a su número. Incorpora principios de conducta ética, de prioridades sociales y de leyes que no se comprometen fácilmente con las suposiciones dominantes actuales. Como la gente en general, los "medioambientalistas" pueden mantener posturas contradictorias y sus opiniones sobre problemas no relacionados con el medio ambiente, sobre todo sobre temas sociales y morales, son diversas. Sin embargo, muestran una preferencia general por un mundo estable, predecible, en el que el respeto por el orden (cósmico) natural de las cosas es fundamental.

El movimiento de los defensores del medio ambiente ha alcanzado claramente dimensiones internacionales; desde sus orígenes en los llamados países desarrollados o industrializados, se ha extendido a las naciones menos desarrolladas del mundo. Las organizaciones de defensa del medio ambiente no gubernamentales han crecido en tamaño en los países desarrollados y en número en el mundo menos desarrollado. Sus tendencias elitistas no derivan de privilegios, sino del conocimiento que algunos «medioambientalistas» consideran superior al normal. Dentro del movimiento se hace un fuerte énfasis sobre la educación y la información populares; los defensores del medio ambiente están más que preparados para compartir sus conocimientos y sus perspectivas. El movimiento tiene características de religión proselitista.


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