Como en el pasado el estado del medio ambiente rara vez ha sido una preocupación política importante, su aparición en el presente implica y necesita dos tipos de cambio social. Primero, debe haber un cambio en las perspectivas sociales en el modo en que la gente ve el medio ambiente en relación con sus intereses y valores. Segundo, debe haber un cambio en las prioridades institucionales en la relativa importancia atribuida a los temas que conciernen a la gente. El papel de la ciencia en la sociedad está más claramente marcado en el primer aspecto de cambio que en el segundo. Provocar cambios en las actitudes sociales no es fácil, pero casi siempre es menos dificil que dirigir o programar de nuevo las instituciones gubernamentales. El cambio institucional rara vez precede a una reorientación social, es más bien propio de revoluciones armadas donde una elite militar dominante impone nuevas perspectivas a la sociedad (por ejemplo, la revolución rusa de 1918).
La dirección última del movimiento medioambiental se encamina hacia una reestructuración de las prioridades sociales. Este objetivo tiene analogías en la conversión de religiones e ideologías políticas. Esas analogías son generalizaciones y, por consiguiente, implican excepciones. Por ejemplo, no todos los ecologistas piensan de la misma manera. Todas las personas con un compromiso común para objetivos políticos concretos pueden diferir en cuanto a doctrina y estrategia y, sin embargo, pueden compartir suposiciones acerca del modo en que el mundo funciona y de lo que es importante en la vida humana. Hoy en día parece válido generalizar que en todos los movimientos religiosos e ideológicos modernos importantes la dirección proyectada es transnacional el destino último es universal.
Actualmente, para el movimiento medioambiental una perspectiva iinternacional es una oportunidad práctica. El gobierno del mundo está dividido entre las naciones. En la actualidad no hay medios políticos institucionalizados para tratar directamente los temas del medio annbiente transnacionales que no sean los gobiernos nacionales o sus agentes intergubernamentales. Sin embargo, se pueden estar desarrollando acuerdos transnacionales embrionarios. Organizaciones internacionales no gubernamentales están empezando ahora a ofrecer la posibilidad de alternativas a las iniciativas entre diferentes gobiernos a nivel internacional. Esta posibilidad se está volviendo más importante porque las organizaciones internacionales no gubernamentales (NGO) han influido cada vez más en la retórica e incluso en las acciones de los gobiernos nacionales y de las organizaciones intergubernamentales, especialmente en los que están dentro del sistema de las Naciones Unidas. Algunas de estas organizaciones están empezando a compartir funciones con los gobiernos.
Las organizaciones no gubernamentales han buscado constantemente la forma de influir en las políticas y en las acciones de los organismos intergubernamentales. Ahora se espera que de forma paralela a cada gran conferencia intergubernamental sobre temas relacionados con el medio ambiente se desarrolle uno o más foros no gubernamentales extraoficiales al mismo tiempo y en la misma ciudad. Las reuniones paralelas fueron visiblemente evidentes con ocasión de la Conferencia de las Naciones Lnidas sobre el Medio Ambiente Humano en 1972 en Estocolmo. Dualidades similares de representación oficial-extraoficial han caracterizado las conferencias de Naciones Unidas sobre población, alimento, energía, y ciencia y tecnología. ¿Por qué esta dualidad en la representación?
Se puede hallar la explicación en las creencias populares relativas a las perspectivas y prioridades que se espera que dominen las conferencias entre diferentes gobiernos. Los grupos no gubernamentales que se reunieron en Estocolmo lo hicieron en primer lugar porque no confiaban en que los representantes oficiales de los gobiernos, en ausencia de presión externa, lograran algo más que declaraciones sin compromisos. Las diferencias entre los dos tipos de representación se reflejaban en su elección de prioridades. Los grupos no gubernamentales veían los problemas desde una perspectiva mundial, transnacional. Las delegaciones gubernamentales se limitaban a posiciones oficiales y normalmente reflejaban los supuestos y los valores dominantes políticamente en los gobiernos de sus países. Los asesores científicos de las delegaciones oficiales participaban para abogar por posiciones políticas que reflejaban una comprensión científica de los impactos de los seres humanos sobre la biosfera. Pero por cada científico que pedia una acción positiva habia asesores militares y de asuntos exteriores pidiendo cautela. Había diferencias fundamentales en las perspectivas de las relaciones hombre-medio ambiente y en lo que el estado actual del mundo necesitaba de la gente y de los gobiernos.
Para entender los problemas de elección que el movimiento de defensa del medio ambiente presenta a la sociedad y al gobierno, es necesario distinguir lo básico de lo fortuito en la estructuración de prioridades y valores No es necesario disminuir las diferencias importantes que hay entre las sociedades modernas para reconocer que pueden ser parecidas en ciertas cosas fundamentales. En el mundo moderno, la ciencia y la tecnologia basada en la ciencia han cambiado materialmente las formas de vida de mucha gente, pero han ejercido mucho menos influencia sobre sus actitudes sociales y sobre sus instituciones. Es una paradoja de los tiempos modernos que los avances sin precedente de la ciencia y de la comprensión de la naturaleza del mundo y del hombre hayan progresado asociados a supuestos politicos que la lógica de la ciencia pareceria refutar. La ciencia está menos desarrollada y es menos fable en el área en la que mejor podria informar a los seres humanos en cuanto a sus opciones y a sus limitaciones en las elecciones sociales y en el gobiernoen la interfase de las ciencias naturales y sociales. Por consi guiente, la ciencia y la tecnología han sído puestas al servicio de propósitos y de políticas para los cuales la ciencia no proporciona criterios de eva uación adecuados. La seguridad económica y militar son preocupaciones primarias de los gobiernos modernos y parece seguro predecir que ninguna de estas preocupaciones ni sus problemas asociados encontrarán soluciones satisfactorias mientras no se traten de forma realista las causas subyacentes de la preocupación. Esto parece poco probable que ocurra en ausencia de un amplio examen interdisciplinar de los riesgos y de las oportunidades dentro del contexto de una perspectiva de mundo-real.
Es curioso que, en un mundo en el que el análisis y la racionalidad científicas se valoran enormemente, las creencias dominantes relativas a la economía política estén restringidas de forma arbitraria y selectiva por interpretaciones limitadas del comportamiento racional. En la actualidad las posiciones polarizadas relativas a la economía política de las sociedades modernas son, por una parte, aquellas en las que las fuerzas del mercado aparecen como los principales agentes del desarrollo social, y, por ctra aquellas en las que el despliegue de las leyes inmutables de la historia ayudadas por una planificación centralizada, determinan el futro de la humanidad. La primera, diversamente modificada, representa las democracias liberales del mundo industrial, Ia última es fundamental para la ideglo gía marxista radical y su expresión es idealista contrastada con el sociálismo práctico (ejemplo de Mijail Gorbachov) que incluye más rápidamente las realidades existenciales.
Desde la perspectiva de un movimiento medioambiental internacional una similitud básica entre el libre mercado capitalista y las economías planificadas marxistas socialistas es tan importante como sus diferencias Un denominador común a las dos sociedades es el papel dominante de la tecnología. Cada economía, a su manera sugiere la descripción de Jaccues Ellul (1964) de una sociedad tecnológica.
La técnica se convirtió en un valor social dominante durante el desarrollo del industrialismo. La mecanización fue sólo una de las muchas técnicas que se desarrollaron para cubrir las necesidades de una sociedad masificada formada por procesos de producción y consumo. El desplazamiento parcial del orden industrial mecanizado por parte de la era posindustrial electrónica ha aumentado más que disminuido el predominio de la técnica. En los últimos años del siglo xx, la técnica se ha convertido, en muchos aspectos de la vida, en el factor determínante del objetivo, sobre todo en la comunicación, resultado dado a entender en el juicio de Marshall McLuhan (1964) sobre la tecnología de la televisión el medio se ha converlido en el mensaje . Para las clases empresariales la pregunta práctica ha s¡do: "¿Qué se puede hacer con la tecnología actual o emergente?". Para los ecologistas la pregunta correcta es: «¿Qué se deberia hacer?». El imperativo tecnológico no ha sido un factor determinante de las prioridades para el movimiento medioambienta. Esta observación no menosprecia el valor de la tecnología; plantea la c1estión de su propio papel en la realización de las prioridades sociales, obviamenten hay objetivos públicos importantes para los que la técnica no es una fuerza conductora. La preocupación por el medio ambiente es uno de ellos. Sin embargo, el poder de la técnica es suficiente para desviar o desvirtuar las políticas sobre el medio ambiente, aunque no las determine ni las domine. La técnica ha sido una fuente de controversia sobre el modo en que los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales han tratado los principales problemas medioambientales, como la producción agrícoL, el control de la contaminación, la gestión de los bosques y de la fauna, la conservación del suelo y la prevención de inundaciones.
Sobre todo en las democracias liberales de ibre mercado la técnica se ve ahora como si fuera una fuerza natural. Se ha convertido en un sucesor conceptual del «progresoo que la gente antes d¢cía que no se podía parar. La inmensa ventaja de la técnica para influii en las prioridades es su aparente libertad en cuanto a su enorme contenido. La técnica parece ser un concepto esencialmente de procedimiento y se recurre de forma característica a sus métodos para servir a objetivos de procedimiento. Por eso tiende a evitar la controversia sobre objetivos o resultados. La tecnología puede aumentar la producción agrícola, acelera- las comunicaciones, reducir los desechos y avisar de los peligros inminentes, naturales o artificiales. En realidad, la técnica es mucho más que un smple procedimiento.
Por muy poderosa y sutil que haya sido la influencia de la técnica en la selección y en el ordenamiento de prioridades, sólo ha sido una de las muchas fuerzas implicadas. Entre los medios técnicos y los fines económicos, políticos y militares se dan influencias recíprocas. En todas esas relaciones, la técnica proporciona el medio instrumental mediante el cual el poder financiero y organizativo genera más tecnologías ventajosas y las pone a trabajar en las prioridades para las que han sido adaptadas. Por tanto, las prioridades son estructuradas por la gente que está en posición de establecerlas y de controlar el despliegue de los recursos económicos y técnicos disponibles. Estas personas rara vez han situado la protección de la biosfera en los primeros puestos de su estructura de prioridades. No es una prioridad que conduzca a la riqueza y al poder político. Pero un potencial no evaluado de biotecnología genética y microbiana puede alterar esta indiferencia.
Este análisis de prioridades sería incompleto sin el conocimiento de la prioridad principal de casi todos los gobiernos modernos: los gastos militares. Es cierto que la guerra es el principal negocio de todos los Estados nacionales modernos y el llamado presupuesto de defensa se ha convertido en el pilar de muchas economías nacionales. Las naciones que, por distintas razones, tienen poca o ninguna fuerza militar, demuestran que esa dependencia no es necesaria. Cuando una nación no gasta dinero en ningún tipo de fuerzas armadas, eso indica una preferencia por los gastos para la calidad del medio ambiente; desde el punto de vista comparativo, Japón gasta poco en ambas. El gasto en armamento comparado, retrospectivamente, con las necesidades sociales y medioambientales reales será considerado como una de las grandes irracionalidades de la historia moderna y se les reprochará a los líderes políticos del mundo moderno.
Aunque los presupuestos son indicadores de las relativas prioridades nacionales, no son una medida totalmente válida. La protección del medio ambiente a menudo requiere poco más que la abstinencia de un desarrollo excesivo o insostenible. En muchos gobiernos nacionales, una política sobre el medio ambiente amplia y adecuada provocaría disminuciones del presupuesto para obras públicas medioambientales costosas. También parece razonable esperar que, en la medida en que una perspectiva planetaria o biosférica se extienda por el mundo, los gastos militares disminuirán. La guerra moderna es la actividad del hombre que más destruye el entorno. Contemplar el uso del armamento nuclear o bioquímico se puede considerar equivalente a un 'ecocidio" criminal contra la propia Tierra, equivalente en principio a un asesinato combinado con el suicidio.
Se han examinado de forma extensiva las consecuencias medioambientales de la guerra nuclear (Westing, 1979). El Comité Científico para Problemas del Medio Ambiente del Consejo Internacional de Organizaciones Científicas ha publicado un amplio estudio en dos volúmenes (ICSU, 19851986; WMO, 1986). Desgraciadamente, mientras existan armas nucleares, su uso no es inconcebible (Kahn, 1960). Unicamente su eliminación podria liverar al mundo de su destruccion.
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