Estas manifestaciones energéticas son, según se ha
adelantado, mucho menos contaminantes que las determinadas por
los combustibles fósiles, pero su uso intensivo y concentrado
puede dar lugar también a perturbaciones ambientales.
Pensemos, por ejemplo, en el Sol, cuyas radiaciones se presentan
como prototipo de energía limpia, y prescindamos por ahora de
los posibles efectos para la salud de las exposiciones
prolongadas y reiteradas; sin embargo, la utilización de la
energía solar por medio de captadores, placas y concentradores
puede introducir variaciones microclimáticas en virtud del
efecto de reflectancia, ya que sólo una parte de la radiación
que llega a estos dispositivos se aprovecha. Está además el
incremento de la luminosidad en puntos afectados por el brillo de
las superficies receptoras, lo que por cierto ya ha producido en
Estados Unidos conflictos vecinales y litigios judiciales. Una
generalización indiscriminada de captadores de energía solar en
una localidad concreta podría producir una auténtica
"contaminación lumínica quizá insospechable".
Evidentemente, si se trata de centrales solares, los efectos
concentradores de esta forma de utilizar la energía pueden
originar los riesgos generales inherentes a las altas presiones
en calderas y las específicas de estos dispositivos cuya
desviación puede provocar incluso accidentes aéreos.
En todos estos casos, lo que es también aplicable a la energía
eólica, hay un efecto paisajístico negativo al introducirse en
el entorno natural artilugios no forzosamente antiestéticos pero
sí extraños y distorsionantes.
El aprovechamiento de la biomasa también presenta eventuales consecuencias que habría que evitar. La utilización indiscriminada de las especies vegetales sin un plan de repoblación y reposición adecuado puede dañar nuestras ya disminuidas reservas forestales, con grave daño para la biosfera. De hecho el incremento de la población y de los precios de los combustibles fósiles ha determinado precisamente en los países del denominado Tercer Mundo una presión adicional sobre los bosques, con dimensiones preocupantes de su progresividad, que ha terminado con llamadas de atención por parte de las Naciones Unidas. Este fue uno de los temas más tratados en el Congreso de la ONU de Nairobi, agosto 1981, sobre nuevas y renovables fuentes de energía.
En cuanto a los cultivos agroenergéticos intencionalmente establecidos, y dejando de lado otro orden de planteamientos como la posible merma de espacios dedicados a cultivos alimenticios para un mundo con graves carencias de estos recursos, debe mencionarse que la obtención de combustibles líquidos o gaseosos puede implicar en su ulterior utilización riesgos que conviene evaluar y precaver. Así, se ha apuntado que la propulsión de vehículos utilizando combustibles derivados de la destilación de azúcares, lo que se proyecta en Brasil a gran escala, podría implicar emisiones nocivas.
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