Nos referimos aquí no a políticas directamente encaminadas
a reducir los consumos, como puede ser la limitación de las
importaciones o el racionamiento de determinados productos, sino
a aquellas que inciden en actividades que consumen energía y que
pretenden conseguir los mismos o parecidos resultados con menores
consumos unitarios.
Aludimos así a los procesos de racionalización del empleo de la
energía, a su utilización m s eficaz y a la superación del
despilfarro. Aparecen, pues, incluidas en este apartado diversas
correcciones introducidas o introducibles en el sector
doméstico, de servicios, transporte e industria.
Para el primero de los sectores citados es claro que la
introducción de mejoras en el aislamiento de las viviendas, por
ejemplo, trascender indirectamente a la producción y consecuente
riesgo de contaminación inherente a la producción de energía y
directamente a las inmisiones de los hogares al utilizarse
menores cantidades de combustible en quemadores propios por
mejorarse los procesos térmicos o simplemente reducirse el
número de grados de calefacción.
E1 uso más eficaz de los combustibles en los motores de los
vehículos de transporte contribuir también a disminuir la
contaminación exterior. Desde otra perspectiva, una adecuada
estructuración de los sistemas de transporte urbano, apoyada en
una ordenación territorial orientada igualmente hacia el ahorro
de energía, puede determinar la reducción del uso de
combustibles y con ello la expulsión de residuos.
Pero es seguramente en el sector industrial donde pueden
conseguirse mayores progresos simultáneamente en favor de la
conservación de la calidad ambiental y de los recursos
energéticos. La recuperación del calor de los líquidos y gases
utilizados para ciertos procesos a gran escala por las centrales
térmicas limitar o erradicar localmente la contaminación de
este tipo. E1 uso m s eficaz de la energía en la industria no
sólo restringe el volumen total de los recursos de esta índole
necesarios, y con ello los perjuicios ambientales consecuentes,
sino que, a través de la utilización de subproductos, como
gases o líquidos con contenido energético, se evita que éstos
se transmitan al medio. La cogeneración de electricidad en
ciertas industrias aprovechando recursos energéticos que antes
se desaprovechaban es un ejemplo claro de los efectos ambientales
positivos que pueden derivarse de un tratamiento m s cuidadoso de
los recursos energéticos.
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