TRANSFORMACIÓN EN ELECTRICIDAD.

Para la obtención de electricidad a partir de las radiaciones solares, puede recurrirse básicamente a dos sistemas: la transformación inmediata de la energía solar en energía eléctrica a través de un proceso fotovoltaico, o la utilización de la potencia calorífica del sol para accionar un dispositivo de turbina que genere electricidad.

La producción de electricidad fotovoltaica, que es la que parece tener en estos momentos más porvenir y que se acompasa a las características conocidas de la radiación solar, está basada en la propiedad de ciertos materiales, concretamente del silicio, denominados semiconductores que crean campos eléctricos ante la incidencia de los fotones de la luz solar.
Las células solares, que son en estos casos las unidades captadoras de la energía, fueron experimentadas intensamente para los programas espaciales de la NASA, y aunque todavía no son rentables constituyen una esperanzadora promesa energética, esperándose poder conseguir "resultados visibles a corto plazo mientras que a medio plazo se pueden obtener costes suficientemente bajos como para obtener energía rentablemente" .
Aunque el silicio es muy abundante en la naturaleza, el grado de pureza requerido para su incorporación a las células solares hace que éstas sean caras, si bien los costes se han abaratado fantásticamente, pasando de más de tres millones por Kw instalados en 1974, a una inversión hoy por unidad energética comparable a la efectuada para ciertas centrales convencionales , estimándose que si los costes se cifran en 50 por unidad en 1980, se pasará a 5 en 1985 y a 1 entre 1900 y 2000 .

Aunque la producción fotovoltaica de electricidad tiene su natural destino en el aprovisionamiento directo a los consumidores, en el caso de que se consigan los precios indicados para las células solares podía pensarse en la instalación de pequeñas centrales de este tipo próximas a las ciudades, allí donde haya clima adecuado, e incluso en la utilización de desiertos y superficies análogas para grandes centrales, si bien se duda de que estas últimas sean rentables dados los gastos implicados y los inconvenientes de las oscilaciones noche-día que inevitablemente supondría la interrupción del suministro en horas de intensa demanda. Precisamente los escasos progresos realizados en materia de acumulación de la energía producida constituye todavía un serio obstáculo para la difusión de estas y otras alternativas energéticas.

Con un horizonte aún más dilatado se presentan las propuestas de obtención de electricidad de origen solar a partir de centrales espaciales, propuestas en 1968 por Glaser, en USA y que consistiría básicamente en la colocación de un panel fotovoltaico de alrededor de 100 Km2 en órbita geoestacionaria, transmitiéndose a la tierra mediante onda hiperfrecuentes la energía captada por una antena de un kilómetro de diámetro. Pese a los rasgos fantásticos de este proyecto y a los peligros inherentes a su puesta en práctica, que obligaría a desertizar amplias áreas en torno a la estación captadora, no se descarta esta aplicación ante la necesidad de contar ya a comienzos de la próxima centuria, de mantenerse el actual modelo socioeconómico, con grandes aportes de producción de electricidad. En cualquier caso son superiores los problemas ecológicos y ambientales suscitados por las centrales de carbón o nucleares de fisión y más incierta la factibilidad técnica y económica de la fusión .

Las últimas aplicaciones reseñadas de la producción fotovoltaica de electricidad implican la concentración de la energía solar y la creación de centrales eléctricas. Por el momento al menos, y aunque se funcione por doquier a escala prácticamente experimental, las denominadas centrales electrosolares se basan en la concentración de calor por medio de lentes y espejos orientados a un punto focal, produciéndose elevadas temperaturas a partir de las cuales se genera electricidad como en una central térmica convencional. La central francesa de Odville, en el Pirineo, es una de las primeras instalaciones de este tipo en el mundo, a la que han seguido entre otras las emplazadas en Almería que experimentan variantes tecnológicas.
Los prototipos se denominan en unos casos "torres solares", que suponen una mayor concentración, y en otros "granjas solares", que incluyen conjuntos de pequeñas captaciones en batería . Pero en todos estos casos la rentabilidad es negativa por el elevado coste de los heliostatos que no se superará sin una aplicación masiva de tales instalaciones, lo que es más que dudoso. E1 funcionamiento es también muy caro por los gastos de orientación y sobre todo mantenimiento, dada la gran vulnerabilidad de los equipos a los agentes climáticos, y por supuesto está presente el tema de las alternancias y almacenamientos. Aunque no se trata de una opción totalmente descartable, sí parece que las mejores aplicaciones de la captación solar pueden ir por otro camino.


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