ENERGÍA MARINA.

Energías marinas de origen solar son las obtenibles del movimiento de las olas y de la acumulación de calor en las masas marinas. La primera de ellas viene determinada por la energía solar incidente que produce los desplazamientos de superficie. Su potencial es teóricamente muy grande o para España se ha calculado que supondría más del doble del correspondiente a la hidroelectricidad, pero su carácter disperso y su baja densidad la hace difícilmente aprovechable en términos económicos. En estos momentos está en fase previa incluso a la demostración real.
La energía térmica acumulada en el mar, originada por las radiaciones solares, puede ser captada sólo a partir de gradientes térmicos acusados, es decir, de desniveles de temperatura entre capas de agua que permiten hacer fluir determinados líquidos o gases muy sensibles que se dilatan por el calor. Estas circunstancias sólo se dan en los mares tropicales o subtropicales, en puntos alejados por lo común de zonas densamente pobladas. La electricidad producida se mandaría por cable a la costa o se aprovecharía in situ para determinadas transformaciones. En la actualidad, en EE. UU. tienen un proyecto experimental apoyado por el Estado de Hawai que puede ser operativo a mediados de esta década .

En USA ha sido promulgada una normativa específica para este tipo de energía, la Ocean Thermal Energy Conservation Act de 1980, y hay un organismo encargado de estas competencias, la Oficina de Minas y Energía Oceánica , que tiene como misión preparar la legislación necesaria para simplificar el procedimiento autorizatorio de las instalaciones en el que podrían estar implicados nada menos que nueve organismos .

En España, si existiesen condiciones para el funcionamiento de estas instalaciones, el proceso de intervención sería más simple y requeriría desde luego una concesión por afectar estas actividades al dominio público del Estado.


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