Aunque de escala macropolítica, rebasando, desde luego, el ámbito de decisión de naciones medianas y pequeñas, este tema constituye probablemente el aspecto más preocupante de la denominada, paradójicamente, utilización pacífica de la energía nuclear. Algunos acuerdos internacionales, como el "Acta de no proliferación nuclear", pueden constituir una relativa salvaguardia, ya que la difusión del acceso al armamento en cuestión supondría un notable incremento de la probabilidad estadística de un conflicto nuclear que sería seguramente catastrófico para la humanidad , lo que explica que en estos momentos uno de los más vigorosos movimientos de escala mundial es el que propugna el abandono generalizado del armamento atómico, que ha concitado masivas manifestaciones, el soporte de políticas intelectuales de alto nivel y significativos apoyos electorales .
Estas implicaciones afectan de lleno a uno de los programas
de generación de electricidad nuclear más prometedores por
otras razones, el de los reactores regeneradores, que son los
únicos que pueden solventar la penuria definitiva del uranio al
producir nuevo combustible. Pero sucede que este elemento es
precisamente el plutonio, utilizado para fabricación de bombas
atómicas, lo que supone que los países que dispongan de estos
reactores estarán también en condiciones de obtener los
indicados elementos bélicos.
Ello llevó al anterior Presidente norteamericano, influido por
los categóricos pronunciamientos del Informe FORDMITRE, a
posponer y congelar los desarrollos tecnológicos y las
'aplicaciones de estos reactores, lo que acaba de ser por cierto
revisado por su sucesor , levantándose a la par la prohibición
indefinida que también había recaído sobre las actividades de
reprocesamiento y estimulándose la terminación del reactor
nuclear de aquel tipo que había sido paralizado.
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