ECONOMICIDAD.

La ponderación de la conveniencia de la utilización de la energía nuclear sobre la base de la rentabilidad comparativa de la inversión, constituye seguramente el enfoque más riguroso, desde el punto de vista lógico, de esta problemática.
Si en igualdad de condiciones, el Kw de origen nuclear resulta más caro que el obtenido a partir de otros combustibles, como el petróleo, que a la vez of recen mayor seguridad incluso en términos ambientales, o de más fácil aprovisionamiento también, caso del carbón, lo razonable sería abandonar una solución arriesgada y a la vez costosa.
Pero, como siempre, tratándose de la energía nuclear no hay coincidencia de opiniones. Sus valedores afirman, o al menos afirmaban, que si bien las inversiones son elevadas la reducción de los gastos de funcionamiento suponía, en las estimaciones habituales, un balance positivo para la energía eléctrica de este origen, en lo que coincidían tanto las más independientes y fiables investigaciones , como los informes oficiales . No parecían existir dudas en este sector acerca del más favorable precio de la energía de origen nuclear en relación con la proveniente de combustibles fósiles, en lo que se basa precisamente el ambicioso programa nuclear francés . En España se partía por el PEN de análogas consideraciones .

Los opositores a la energía nuclear rebatían estas conclusiones argumentando sobre la inadecuación de los cálculos de los costos, al no imputarse para las plantas nucleares subvenciones encubiertas a cargo de los Gobiernos como las que suponen el fomento de la investigación de base aplicada que soporta el desarrollo tecnológico de esta energía. Además se escamotearían partes importantes del ciclo y destacadamente el tratamiento y disposición de los residuos y el propio mantenimiento de la planta una vez fuera de actividad .
Una objeción importante a la forma de calcular los costos de las plantas nucleares se centra en la crítica de lo que se denomina "estimación de ingeniería", que no incluiría las nuevas exigencias planteadas después de terminado el proyecto y a lo largo de la construcción que supone incrementos notables de gastos y tiempos , lo que ha originado, sobre todo desde el accidente de Harrisbourg, notables elevaciones al hacerse más severas las exigencias en seguridad.

E1 explicable deseo de los poderes públicos de atenuar en lo posible los riesgos nucleares ha determinado no sólo aumentos importantes en las inversiones, sino también la dilatación del período que media entre la iniciación de los trabajos y la puesta en actividad de las plantas. Según fuentes de la Presidencia de los EE. UU., del tiempo transcurrido desde la fase de proyecto hasta la concesión de la licencia para la explotación de una nueva planta nuclear, actualmente es del orden de los diez a catorce años y esto es más del doble del tiempo que se necesitaba a mitad de la década de los 70' .
Siendo la producción de electricidad de origen nuclear un proceso intensivo en capital, la prolongación del período de construcción y sobre todo la escalada internacional de los intereses financieros, afectarán severamente a la rentabilidad de las inversiones, lfF  *mterminará la revisión de anteriores presupuestos sobre las ventajas económicas de la energía nuclear. Especialmente deberá tenerse en cuenta el período de actividad real de la central, ya que a mayores exigencias de seguridad, mayor número de parados por controles y averías, lo que en las condiciones antes expresadas será particularmente oneroso.

En un reciente y documentado trabajo, al que hemos ya aludido , se pone de relieve el que las preocupaciones ambientales y de prevención de riesgos han hecho que en precios constantes los costos de culminación de una central nuclear en USA se han incrementado en un 142 por 100 en el período de 1971-1978, habiendo aumentado más del doble que los de producción de electricidad a partir del carbón, lo que haría en estos momentos esta última modalidad de generación de electricidad mucho más económica , aun en hipótesis desfavorables sobre la escalada de precios relativos al carbón-uranio .

Quedan, no obstante, dudas sobre las consecuencias de la integración sistemática en el proceso comparativo fósil-nuclear de acontecimientos futuros como nuevos aumentos del precio del fuel-oil, dificultades de abastecimiento de carbón, reactivación de la vida económica, etc.. Desde luego el incremento de los costos de construcción favorecería las instalaciones nucleares ya realizadas o en avanzado trance de implantación. Por otra parte cabe preguntarse cómo de ser ciertas las aparentemente verosímiles consideraciones, últimamente realizadas sobre los aspectos negativos de la economía nuclear, empresas públicas y privadas amparadas por Gobiernos de muy distinto lugar continúan con estos propósitos .


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