Una serie de objeciones ciertamente de peso a la energía nuclear se basan en la dependencia que esta alternativa energética conlleva de países y organizaciones empresariales que en reducido número controlan el aporte del suministro de la tecnología de las plantas, de los combustibles primarios o de sus ulteriores elaboraciones .
E1 peso aislado de estos razonamientos no resulta suficiente para justificar una opción antinuclear, ya que lo que se pretende no es sustituir una dependencia por otra, sino, como hemos visto al recurrir a distintas fuentes de aprovisionamiento energético, diversificar los recursos y balancear así los controles exteriores.
Tampoco la penuria tecnológica nacional es un dato definitivo, porque desgraciadamente esto no es en muchos países exclusivo de este campo y no puede considerarse como inmodificable.
Sí es cierto que, desde una perspectiva planetaria, la energía nuclear, tal como viene hoy siendo utilizada, carece de futuro y al apoyarse en un recurso quizá más escaso que el petróleo, el uranio. Otras soluciones como las que incorporan los supergeneradores son poco atractivas por distintas causas, y en cuanto a la fusión, recordemos el retrasado estadio científico en que hoy se encuentra.
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