La seguridad de las centrales nucleares es posiblemente la
incógnita más controversial y la que suscita mayores
oposiciones y rechazos, tanto desde el punto de vista ecologista
como desde el que, razonablemente, demanda el respeto de las
condiciones básicas de la vida humana. Una literatura
abundantísima se ha volcado sobre este tema, que incluye desde
luego ardorosos panfletos y escritos testimoniales, pero también
obras científicas y sólidas monografías.
Este aspecto, sin embargo, desde el enfoque metodológico aquí
adoptado, puede ser reconducido a otras consideraciones. En
materia energética, como en cualquier otro campo tecnológico,
nada hay seguro, nos remitimos a los clásicos ejemplos de las
presas o del automóvil. Se trata simplemente de minimizar en la
medida de lo posible los riesgos industriales, asumiéndose o no
por los afectados previa valoración de las ventajas implicadas.
Este enfoque, a su vez, nos encamina a la problemática del
control político de las decisiones energéticas, en nuestro caso
bien a través de los cauces parlamentarios habituales, bien
mediante consulta expresa , lo que trasciende, con una escala
menor aunque no estrictamente coincidente con el área
inmediatamente afectada, a la selección de los emplazamientos
concretos.
Desde el punto de vista de la seguridad de estos procesos existe una grave objeción para la que no hay en estos momentos suficiente respuesta: la disposición con plenas garantías de los residuos radiactivos. Esta cuestión no se circunscribe desde luego al funcionamiento de una planta específica, sino que afecta en general a todos los habitantes presentes y sobre todo futuros de nuestro planeta, al carecerse de suficientes conocimientos en estos momentos para un pronunciamiento definitivo sobre la eficacia de los dispositivos protectores adoptados .
Volver a la CARTA DE PRESENTACION