E1 ciclo del carbón no es, por cierto, ambientalmente inocuo.
Todas sus etapas presentan amenazas potenciales para el medio que
conviene considerar y precaver . Aparece en primer lugar la
agresión paisajística y ecológica que inevitablemente supone
la extracción del mineral a cielo abierto o la derivada de los
posibles hundimientos y aterramientos en las minas subterráneas,
donde además deben contarse como los peligros inherentes para la
salud y la vida de los trabajadores de estas explotaciones.
La preparación, lavado y acumulación del carbón y de los
residuos inertes procedentes del mineral extraído, es también
una fuente sensible de perjuicios ambientales: contaminación de
aguas superficiales y subterráneas, deterioro atmosférico,
posibles derrumbes de escombreras, modificación del entorno
natural, lo que con menor incidencia se prolonga a la fase del
transporte.
E1 mayor impacto en el medio del ciclo del carbón se produce, o
puede producirse, en la fase final de su utilización a través
de la emisión a la atmósfera de polvos, cenizas y sobre todo
SO2, NO2 y C02. Recordemos el tan celebrado éxito de la
descontaminación de Londres basada en la sustitución del
carbón como combustible.
La mayoría de estos riesgos pueden precaverse o repararse los
efectos de su incidencia. Así la reposición de los terrenos
utilizados en explotaciones a cielo abierto a un estado
naturalmente aceptable, tienen unos determinados costos que
pueden incorporarse sin mayor obstá culo al precio de la
tonelada de carbón vendida . Tampoco existen problemas técnicos
para evitar la transmisión a la atmósfera de polvos o
compuestos sulfurosos y nitrogenados. La mayoría de las
legislaciones contienen previsiones de calidad ambiental en estas
emisiones que pueden perfectamente cumplirse y asimilarse
económicamente.
Pero hay algo que preocupa en estos momentos a los científicos y
que carece de respuesta tecnológica adecuada: la transmisión
inevitable a la atmósfera, en la combustión del carbón como en
la de los demás combustibles fusiles, de grandes cantidades de
anhídrido carbónico, inocuo en cuanto tal para el entorno vivo
inmediato, pero que puede constituir a escala terrá quea, por su
carácter acumulativo y por ser sólo parcialmente asimilable y
retirable naturalmente, un peligro notable para la ecosfera dada
la modificación del clima que el recalentarse de las capas bajas
de la atmósfera puede producir.
Aunque no es posible determinar las consecuencias de este proceso
incremental de forma absolutamente, indubitada e indiscutible, si
se conoce la relación entre consumo de energía y aumento del
C02 atmosférico, estimá ndose que de manifestarse las actuales
tendencias en la próxima centuria se habrá duplicado este
producto en la atmósfera, lo que explica la preocupación de los
científicos por las consecuencias planetarias de estas
actividades .
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